Opinión: Prevención social y situacional, dos caminos de distinta extensión
Por Carlos Jurich
En la práctica judicial se aplica la palabra “prevención” como un sinónimo de fuerza policial. En un juicio oral es habitual escuchar frases como: “luego de cometido el hecho el sujeto fue detenido por los agentes de la prevención”. Sin embargo nada tiene de preventivo atrapar a aquel que ya cometió el hecho y ya produjo el daño.
La prevención del delito en realidad es un concepto mucho más abarcativo que tiende a designar a todas las acciones del Estado (Nación, Provincia y Municipio) y de los particulares, destinadas a evitar la comisión de delitos.
¿Cómo se hace entonces para evitar que el delito se produzca?
Es aquí donde el concepto se abre en dos, un camino largo que conduce a éxitos duraderos y un camino corto que muchas veces esconde la suciedad bajo la alfombra.
Estos dos caminos son por un lado la Prevención Social del Delito y por el otro la Prevención Situacional.
La Prevención Social del Delito no tiene que ver necesariamente ni con policías, ni mucho menos con la estructura judicial destinada a castigar a los transgresores. Muy por el contrario, se trata de planes que tienen que ver con la educación, con la cultura, como así también con el desarrollo social y moral de una comunidad.
El delito es el producto de múltiples factores sociales. Por ejemplo: la exclusión social, la injusticia, la desocupación, la pérdida de valores espirituales, la improductividad, la vagancia, la conflictividad social, la violencia, la mala educación, el abuso de tóxicos, etc. La lista es interminable.
Las acciones de Prevención Social del Delito son aquellas que refuerzan los valores morales y espirituales del hombre, o de cualquier otro modo le permiten salir de las situaciones que lo exponen a convertirse en delincuente o victimario.
Aquí es importante destacar que las acciones de Prevención Social pueden provenir tanto de las políticas del Estado como de las acciones individuales o colectivas de los miembros de una comunidad.
Un caso notable es el de las iglesias que, a través de la fe en Dios (cualquiera sea la idea que tengan de El), reencauzan moral y materialmente la vida de los hombres.
También efectúa una acción de prevención social del delito la organización barrial que consigue empleo, que capacita o que apoya en los estudios ya que actúa directamente sobre factores que exponen a la gente a la marginación, evitándola.
Aquel que enseña a los niños de su familia, del barrio o de la escuela la importancia del respeto mutuo, que inculca el sentido de la propia dignidad y les habla abiertamente del daño tremendo que genera la vida delictiva, siembra una acción de prevención social del delito muy importante.
Las acciones de Prevención Social del Delito apuntan a la dignidad de los seres humanos, siendo estas acciones parte de un largo camino que pone en valor de una manera duradera a la comunidad, derramando sus efectos benéficos a todos.
EL CAMINO MAS TRANSITADO
Por otra parte, existe la Prevención Situacional del Delito, que muchas veces es el camino corto más utilizado.
La Prevención Situacional es la colocación de obstáculos para impedir que el delito se consume, aún cuando el trasgresor haya decidido cometerlo. Busca de manera práctica que el delito no pueda realizarse, se torne dificultoso o aumente la posibilidad de aprehensión.
Son acciones de Prevención Situacional colocar rejas en una vivienda, instalar una alarma, recurrir a vidrios de seguridad, guardias armados, sistemas de avisos entre vecinos, cámaras de video vigilancia, etc.
La Prevención Situacional es valiosa como complemento, pero normalmente nos encontramos que es la única política de Estado.
Para el administrador de un poder del Estado, es más fácil comprar un patrullero confeccionando un expediente de compras que coordinar un Plan de Prevención Social del Delito con el Ministerio de Educación, los docentes, las agencias de empleo, las vecinales, los medios de comunicación y las iglesias.
Sin embargo corresponde destacar que a nivel nacional y en varias administraciones provinciales del resto del país se han ejecutado loables planes de Prevención Social.
Con inteligencia, las administraciones más eficientes coordinan ambos tipos de acciones de prevención Social + Situacional.
Frente al desborde delictivo del que todos somos víctimas es necesario aplicar planes concretos en los dos campos de la prevención del delito, pero más importante aún es el mantenimiento de las medidas en el tiempo y la medición del cumplimiento del mismo.
Quizás sea tiempo de celebrar un acuerdo político de fondo que involucre a todos los partidos para mantener algunos ejes de trabajo sin riesgo de interrupción por los vaivenes de la representación democrática.
Vía Patagónico.net
Por Carlos Jurich
En la práctica judicial se aplica la palabra “prevención” como un sinónimo de fuerza policial. En un juicio oral es habitual escuchar frases como: “luego de cometido el hecho el sujeto fue detenido por los agentes de la prevención”. Sin embargo nada tiene de preventivo atrapar a aquel que ya cometió el hecho y ya produjo el daño.
La prevención del delito en realidad es un concepto mucho más abarcativo que tiende a designar a todas las acciones del Estado (Nación, Provincia y Municipio) y de los particulares, destinadas a evitar la comisión de delitos.
¿Cómo se hace entonces para evitar que el delito se produzca?
Es aquí donde el concepto se abre en dos, un camino largo que conduce a éxitos duraderos y un camino corto que muchas veces esconde la suciedad bajo la alfombra.
Estos dos caminos son por un lado la Prevención Social del Delito y por el otro la Prevención Situacional.
La Prevención Social del Delito no tiene que ver necesariamente ni con policías, ni mucho menos con la estructura judicial destinada a castigar a los transgresores. Muy por el contrario, se trata de planes que tienen que ver con la educación, con la cultura, como así también con el desarrollo social y moral de una comunidad.
El delito es el producto de múltiples factores sociales. Por ejemplo: la exclusión social, la injusticia, la desocupación, la pérdida de valores espirituales, la improductividad, la vagancia, la conflictividad social, la violencia, la mala educación, el abuso de tóxicos, etc. La lista es interminable.
Las acciones de Prevención Social del Delito son aquellas que refuerzan los valores morales y espirituales del hombre, o de cualquier otro modo le permiten salir de las situaciones que lo exponen a convertirse en delincuente o victimario.
Aquí es importante destacar que las acciones de Prevención Social pueden provenir tanto de las políticas del Estado como de las acciones individuales o colectivas de los miembros de una comunidad.
Un caso notable es el de las iglesias que, a través de la fe en Dios (cualquiera sea la idea que tengan de El), reencauzan moral y materialmente la vida de los hombres.
También efectúa una acción de prevención social del delito la organización barrial que consigue empleo, que capacita o que apoya en los estudios ya que actúa directamente sobre factores que exponen a la gente a la marginación, evitándola.
Aquel que enseña a los niños de su familia, del barrio o de la escuela la importancia del respeto mutuo, que inculca el sentido de la propia dignidad y les habla abiertamente del daño tremendo que genera la vida delictiva, siembra una acción de prevención social del delito muy importante.
Las acciones de Prevención Social del Delito apuntan a la dignidad de los seres humanos, siendo estas acciones parte de un largo camino que pone en valor de una manera duradera a la comunidad, derramando sus efectos benéficos a todos.
EL CAMINO MAS TRANSITADO
Por otra parte, existe la Prevención Situacional del Delito, que muchas veces es el camino corto más utilizado.
La Prevención Situacional es la colocación de obstáculos para impedir que el delito se consume, aún cuando el trasgresor haya decidido cometerlo. Busca de manera práctica que el delito no pueda realizarse, se torne dificultoso o aumente la posibilidad de aprehensión.
Son acciones de Prevención Situacional colocar rejas en una vivienda, instalar una alarma, recurrir a vidrios de seguridad, guardias armados, sistemas de avisos entre vecinos, cámaras de video vigilancia, etc.
La Prevención Situacional es valiosa como complemento, pero normalmente nos encontramos que es la única política de Estado.
Para el administrador de un poder del Estado, es más fácil comprar un patrullero confeccionando un expediente de compras que coordinar un Plan de Prevención Social del Delito con el Ministerio de Educación, los docentes, las agencias de empleo, las vecinales, los medios de comunicación y las iglesias.
Sin embargo corresponde destacar que a nivel nacional y en varias administraciones provinciales del resto del país se han ejecutado loables planes de Prevención Social.
Con inteligencia, las administraciones más eficientes coordinan ambos tipos de acciones de prevención Social + Situacional.
Frente al desborde delictivo del que todos somos víctimas es necesario aplicar planes concretos en los dos campos de la prevención del delito, pero más importante aún es el mantenimiento de las medidas en el tiempo y la medición del cumplimiento del mismo.
Quizás sea tiempo de celebrar un acuerdo político de fondo que involucre a todos los partidos para mantener algunos ejes de trabajo sin riesgo de interrupción por los vaivenes de la representación democrática.
Vía Patagónico.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario